"Cimabue, de viaje por los alrededores de Florencia (...) vio en Vespignano a Giotto, que, mientras sus ovejas pastaban, retrataba a una de ellas, sobre una piedra plana y pulida con otra apuntada, sin otro conocimiento para hacerlo que su instinto natural. Cimabue se maravilló hasta tal punto que le propuso que se fuese con él. (...) Juntos se dirigieron a Florencia, donde Giotto en poco tiempo no sólo alcanzó el estilo de Cimabue, sino que aún más, imitando la Naturaleza desterró el estilo griego grosero de su época y resucitó el buen arte de la pintura moderna, e introdujo el retrato humano del natural que no se realizaba desde hacía siglos".
Giorgio Vasari, "Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue hasta nuestros días. Antología". Madrid, Tecnos, 1998.
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