martes, 9 de febrero de 2010

Capilla Brancacci

 

El tributo.1425; fresco, 255 x 598 cm.
Ha sido considerada, desde Vasari, como una de las composiciones más notables del ciclo pictórico de la capilla Brancacci. En ella no sólo se realiza una ajustada representación tridimensional de las figuras sino que que éstas se insertan en una composición perspectivística a partir de los elementos arquitectónicos.
Es destacable también la utilización del color, con tonos más cálidos en primer término (las vestimentas) y una gama de tonos fríos (verdes, azules y grises) en el paisaje del fondo.

     

          

La expulsión del paraíso de Adán y Eva (antes y después de la restauración). 1424-25; fresco, 208 x 88cm.

"En Masaccio el desnudo, aunque esté obligado por las exigencias del relato, comporta un valor plástico por sí mismo en el que se establece una recuperación creativa de la Antigüedad. En este sentido, se han señalado como posibles modelos para la figura de Adán algunas obras del helenismo (....) y para Eva alguna de las Venus púdicas romanas.
Sin embargo, junto a esos posibles modelos antiguos, en la pintura de Masaccio aparecen ya referencias al nuevo arte renacentista desarrolladas por sus contemporáneos, concretamente se han querido ver relaciones con el célebre Cristo de Donatello de Santa Croce".
Víctor Nieto Alcaide, "Tommaso Masaccio". Madrid, Historia 16, 1993. 




Capilla Brancacci: de arriba abajo y de izquierda a derecha, Adán y Eva, El tributo, Visita de San Pablo a San Pedro y Curación del hijo del emperador.


 

La Capilla Brancacci se encuentra en la iglesia de Santa María del Carmine de Florencia. La capilla, con su ciclo pictórico, fue encargada por el mercader Felice Brancacci, sin que esté suficientemente atestiguado si al pintor Masolino da Panicale o a Masaccio y a Masolino a la vez. Masaccio no pudo ver la obra concluida, dado su temprano fallecimiento en 1428 (había nacido en el año 1401). La obra sería concluida por Filippino Lippi.

(Masaccio) "fue el primeroen pintar los pies sobre el plano, en escorzo, desterrando así esa torpeza de hacer las figuras de puntillas, usada universalmente por todos los pintores hasta ese tiempo; y además por haber concedido tanta vivacidad y tanto volumen a sus pinturas".

Giorgio Vasari, "Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos". Madrid, Tecnos, 1988; p.207.