martes, 4 de mayo de 2010

Alonso Cano

Fachada de la catedral de Granada. A partir de 1664.



Virgen del facistol, catedral de Garnada, 1655.

"Los largos cabellos, que se posan sobre los hombros y la espalda, cuelgan de la redonda cabeza dirigida suave y levemente hacia la izquierda, mientras las preciosistas pequeñas manos, desviadas hacia la derecha, están juntas pero individualizadas rozándose en la punta de los dedos (...) En absoluto pretende ser un retrato del natural sino idealización del canon cuasi platónico de la belleza femenina"

Francisco Javier Martínez Medina, ibídem.


Virgen del facistol (detalle)


Bustos de Adán y Eva (catedral de Granada).

Visitación, ciclo pictórico de la catedral de Granada. óleo sobre lienzo, 4,51 x 2,52 m.
"La razón principal que justificó la vuelta a su ciudad natal fue la pintura de los lienos de la capilla mayor de la catedral (....) dentro de este singular espacio renacentista no se contaba con la colocación de un retablo como soporte de las pinturas o escultura programadas, éstas descansarían directamente sobre la arquitectura pétrea"
Francisco Javier Martínez Medina. "Expresividad y emoción en el arte de Aloso Cano". Catálogo de la exposición realizada en el Hospital Real, Granada 2001-2002.



Cristo muerto sostenido por un ángel. Óleo sobre lienzo, 178 x 121 cm. Museo del Prado, Madrid.
"Estamos (...) ante un tema recurrente en el catálogo de Cano, presumiblemente famoso en su momento y demandado por la clienela en virtud de sus derivaciones postridentinas, al evidenciar el sufrimiento de Cristo."

Benito Navarrete Prieto."Alonso Cano. Espiritualidad y modernidad artística". Catálogo de la exposición realizada en el Hospital Real, Granada 2001-2002.


"En su lenguaje existen dos componentes decisivos, el influjo de la plástica sevillana, en la que se formó, y su propia concepción estética, en la que prima la búsqueda de un ideal de belleza y de serena expresión, que proporciona a su obra un carácter único en la escultura barroca española. Para Cano la gracia prevalece sobre la intensidad, la delicadeza sobre la fuerza, la dulzura sobre el drama....Elegante y mesurado, rechaza la minuciosidad realista para preferir la apariencia arquetípica, con la que trata de alcanzar la perfección.
  Nacido en Granada en 1601, fue hijo del ensamblador y escultor Miguel Cano. Con él inició su formación, que completó en Sevilla. (...) Allí fue aprendiz de pintor en el taller de Francisco Pacheco y quizá discípulo de Montañés. Estas enseñanzas, su propia capacidad creadora y el floreciente ambiente artístico de Sevilla, lo convirtieron  en uno de los maestros más completos del panorama español de a época"

Trinidad de Antonio, "El siglo XVII español". Madrid, Historia 16, 1989.