El Mediterráneo en tiempos de Justiniano (siglo VI d.C.)
"Justiniano se sentía humillado por el hecho de que los límites del Imperio Romano se hubiesen contraído no poco por obra de las invasiones germánicas (....) Se imponía, pues reconquistarlo y reestructurar después el Imperio sobre las bases de una misma religión y una legislación común. (...) Lo cierto es que acabó fabricándose una vertiginosa reconquista que asombraría a propios y extraños. Para ello contaba con un excelente plantel de colaboradores: los generales Belisario y Narsés, el jurisconsulto Triboniano, el economista Juan de Capadocia, el diplomático Pedro Patricio y, sobre todo, su esposa Teodora".
Luis Alberto de Cuenca, "Un emperador incansable", en "El Bizancio de Justiniano". Cuadernos de Historia 16, nº 282.
"Justiniano (....) todavía hablaba griego con un fuerte acento extranjero y tenía marcada preferencia por el latín, la lengua oficial de su provincia natal".
Robert Graves, El conde Belisario. Barcelona, Edhasa, 1982.
Teodora y su séquito. Mosaico de San Vital de Rávena (Italia).
La emperatriz Teodora (detalle).
"Teodora era bella de cara y, sin duda graciosa, pero pequeña de estatura y, si no flaca,un poco paliducha. Sus ojos eran vivarachos y su forma de mirar terrible".
Procopio, Historia secreta. Traducción de F. M. Pantani.
La ciudad de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) según una ilustración medieval.
Santa Sofía de Constantinopla. 532-537 d.C.
Interior de Santa Sofía, hoy convertida en mezquita.
"El emperador, sin tener en cuenta en absoluto los gastos, decidió la construcción y mandó llamar artesanos del mundo entero. Fue Anthemios de Tralles, el más experto en la disciplina llamada ingeniería, y no sólo entre sus contemporáneos sino también en comparación con los que habían vivido mucho antes que él, el encargado de controlar el trabajo de los constructores y preparar los planos de lo que se iba a construir. Tenía como compañero a otro ingeniero llamado Isidoro, nacido en Mileto, hombre inteligente en todos los aspectos y deseoso de servir al emperador Justiniano..."
Procopio, De aedificiis. Traducción de M. Guardia.
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Santa Sofía de Constantinopla ha sido considerada tanto el último gran edificio de la Antigüedad, como el primer gran edificio de la época medieval.